En una porción de territorio tan pequeña como Formentera, en donde los recursos terrestres y marinos han condicionado notablemente la vida en la isla, la frontera entre valor cultural y valor natural muchas veces es difícil de establecer. Prueba de ello es la amplitud de nuestro patrimonio etnológico, que constituye un verdadero compendio de aprovechamiento sostenible de los diferentes recursos naturales. De este extenso patrimonio destacan los molinos para elaborar harina.
La presencia de molinos va ligada a la importancia que ha tenido el trigo en la isla de Formentera. Este cereal era un producto alimenticio básico para la población. Pero para elaborar el pan era necesario moler el grano y convertirlo en harina, proceso que inicialmente se llevaba a cabo con los denominados molins de sang, que funcionaban con la fuerza de un animal que giraba a su alrededor para accionar la muela. Eran relativamente pequeños y se solían ubicar en alguna dependencia próxima a la casa. Pero ya en el siglo XVIII se empezaron a construir otros de mayores dimensiones, utilizando otro sistema más complejo y accionados con la fuerza del viento, de manera que permitían un mayor rendimiento.
Es uno de los tres molinos documentados en el siglo XVIII. En la romana de su maquinaria lleva grabada la fecha de 1778, considerado el año de su construcción. En 1781 Francesc Serra "Rempuixa" y Josep Costa vendieron el molino a Bartomeu Mayans "Moliner", familia que lo ha mantenido hasta 1993, cuando fue adquirido por la Fundació Illes Balears, la actual titular.
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Venda de sa Talaiassa. El Pilar de la Mola (mapa)
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